Uno de los seres mitológicos más importantes de la selva baja.
Ha sido representado infinidad de veces como un ser anfibio que emerge de las profundidades de los ríos o lagos, adornado por algas, cangrejos y calzando caparazones de tortugas.
Su nombre proviene del quechua y significa “Yacu” = Agua, y “Runa” = hombre, lo que se significa “hombre de agua”
Historia:
Se dice que se moviliza por los ríos y lagos montando un cocodrilo o lagarto negro, y que luego puede tomar la forma de un humano para atraer y seducir a sus victimas hasta llevarlas a las profundidades del agua, donde las convierte en seres submarinos parecidos a él, con una cabellera de algas y los ojos parecidos al de los peces.
Los lugareños creen que, al zozobrar las embarcaciones, los náufragos siguen viviendo en el fondo de las aguas bajo el domino de este ser. Se cree que estos “señores de las aguas” y los humanos que raptan surgen como “Yaras”, o sirenas selváticas.
Se cuenta la leyenda que se conocen muchos casos de personas que fueron raptadas por este personaje, sea de una canoa, balsa o cuando fueron a recoger agua.
Leyendas:
Una versión de la leyenda es la que ocurre en una Comunidad Nativa de Shimpiyacu, vivían por lo menos 3 familias que se dedicaban a conservar sus creencias y respetar el espíritu del bosque.
Una de las famosas familias dio a luz a una hermosa niña, lo cual era celebrada por todo el pueblo. Esta niña era el orgullo de sus padres, debido a que con el tiempo varios mozos guerreros del pueblo y expertos cazadores, se presentaban a la familia para hacerse matrimonio de la joven, pero ella los rechazaba debido a que no encontraba lo que su corazón buscaba.
La hermosa joven acostumbraba ir al rio y sentarse horas y horas en la luna llena pensando en las ocurrencias de sus pretendientes, cuando en una noche se le presento un joven apuesto, de aspecto gallardo y con una mirada dulce.
Repentinamente la chica quedo prendida de este, ya que era diferente a los demás pretendientes. Su corazón era transparente, pero lo extraño era que nunca antes lo había visto por el pueblo.
Fue solo este poco tiempo que la chica ya confió en este extraño joven. Tanto que cada noche de luna llena se veían a orillas del rio y conversaban horas y horas.
La abuela de la muchacha empezó a sospechar ya que siempre regresaba contenta y no decía nada.
Fue así como una de esas noches la abuela recrimino su salida y le prohibió volver si no le contaba lo que ocurría. La chica con emoción le conto todo respecto a su aventura amorosa.
Luego de explicarle toda la historia, La abuela se alegro mucho, ya que el joven pediría su mano, y al fin llegaría el momento tan esperado para su nieta, que contrajera matrimonio.
La nieta le presento el extraño joven a la abuela, en ese mismo instante ella sospecho de este joven, pero se mantuvo serena por su nieta que se encontraba muy feliz. El joven sintió algo de la mirada de la abuela y se retiró, no sin antes prometer a la abuela que haría feliz a su nieta y la boda seria pronto.
Luego les presento a sus padres y estos sorprendidos por su galante aspecto conversaron un mucho y celebraron el matrimonio.
Fue entonces que la luna llena se asomo en la casa, y el huésped como sintió incomodidad por la luz, pidió que cerrasen las ventanas. Los padres de la chica un poco extrañados accedieron.
Ya de noche se despidió, pero no sin antes hacer un pacto a solas con la novia, la cual accedía ante el cualquier pedido, lo cual no convencía a la abuela.
A media noche la chica desapareció de su casa rumbo al rio, pero la abuela la siguió abrumada. En la claridad del rio el muchacho se quito el disfraz de humano. A la luz de la luna era el demonio, el mismo Yacuruna, el que estaba delante de su nieta.
La abuela asustada corrió hacia ellos, pero todo fue en vano, ya que inmediatamente desaparecieron en el rio.
La abuela después de lo sucedida fue a contar el suceso.
Los padres destrozados por la noticia, buscaron por doquier con ayuda de los vecinos y guerreros de la comunidad.
Pero todo fue en vano.
Poco después la madre tiene un sueño donde la chica esta feliz y a cargo de una enorme casa donde tenia criados y animales de granja por doquier, en cantidades. La hija, llorando, le decía que no se preocupase, ya que la veía por medio de los arboles llorando y eso la ponía triste. Le prometió que en dos días la vería en el rio a la media noche.
Ella feliz y en llanto despertó contándoles a todos, pero el esposo y un brujo dijeron que era peligroso ir, pero ella insistente quería ver a su hija.
Pasaron los dos días y estos fueron. La abuelita hizo lo posible para persuadir la seguridad que impedía que la mama salga a ver a su hija. Una vez echo salieron corriendo al rio y encontraron 10 sacos de toda la variedad de peces zungaros, bujurquis, bagres y paiches.
En total era una gran cantidad, pero se dieron cuenta que había huellas de su hija, del Yucuruna y de animales como venados y todo lo que había señalado su hija en el sueño.
Amaneció y una multitud de gente encontró a la abuelita y a la madre llorando al costado del presente.
Tristemente avanzaron hasta al pueblo cargándolo todo y tan solo hubo silencio entre los integrantes de la familia y el pueblo.
Pasaron dos años y la madre a orillas del rio volvió a soñar con su hija, pero esta vez ella lloraba, preocupadamente le pregunto el porque y ella respondió que había invasores que mataban a sus animales con venenos y otras especies nocivas, y ya nunca volverían.
La madre una vez despierta lloro desconsoladamente, por lo que su hija le propuso venirse con ellos. A medianoche la esperaría a orillas del rio.
La madre salió aquella noche sigilosamente en la aldea, pero los moradores, el brujo y el esposo sospechaban de su conducta y la siguieron de lejos.
La abuelita también los siguió.
De repente, en el claro del rio apareció la viva imagen de la hija perdida flotando en el agua y detrás suyo el Yacuruna, en forma de demonio rojo montando en un gigantesco caimán.
La madre se acercó y los guerreros con el brujo corrieron tras ella, pero como alma en pena desaparecieron en las aguas del Rio Mayo.
Tan solo quedo un escrito en la arena: “Los quiero mucho, me llevo a mi mama porque no quiero que sufra y este a mi lado por siempre”.
Según cuenta la leyenda, se dice que, en la luna llena, cuando la luz refleja el Rio Mayo, se observa a lo lejos a dos mujeres inseparables lavando y jugando sobre la ribera del rio, a lo cual luego de unos segundos desaparecen.
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